Nadie te está frenando. Solo tú, tus excusas… y el olvido de quién eres.

Nadie te está frenando. Solo tú, tus excusas… y el olvido de quién eres.

Por Manuel Alejandro Rojas Aparicio
MadridActual.es

Hay gente que corre todo el día y al final no se mueve.
Publica frases, habla de metas, dice que quiere crecer… pero por dentro está vacío.
Se levanta temprano, tiene reuniones, genera ingresos, pero sigue sin dirección real.
¿La razón? Lo que hace no está conectado con lo que realmente quiere construir.

No es que no pueda avanzar. Es que se le olvidó por qué empezó.
Y cuando olvidas eso, el éxito se convierte en una rutina que no llena.

No estás estancado porque te falten herramientas.
Estás estancado porque tus acciones dejaron de tener alma.
Y sin alma, nada se sostiene.

Este artículo no busca impresionarte.
Busca despertarte.
Recordarte que la claridad no llega con más información, sino con más conexión contigo.

Si lo que haces no te mueve, te consume.

El agotamiento que estás sintiendo no viene del trabajo.
Viene de la desconexión.
Eso que algunos llaman “burnout”, no es más que el síntoma de vivir sin dirección interna.
Trabajar sin sentir. Producir sin propósito. Llenarte de tareas que no te construyen.

¿Y sabes lo más peligroso? Que te acostumbres.
Que te acostumbres a vivir apagado y lo llames estabilidad.
Que te convenzas de que tener dinero es suficiente, aunque no tengas paz.
Pero no hay éxito si al final del día no puedes dormir tranquilo.

Dormir tranquilo significa que lo que hiciste hoy te representa, que no te traicionaste.
Y ganar dinero sin poder dormir, no es éxito. Es deuda emocional.

Esta es mi entrada, no mi historia.

Me llamo Manuel Alejandro Rojas Aparicio.
Y si estás leyendo esto en España, no es casualidad.
Estoy haciendo presencia. No para venderte una idea, sino para dejarte una semilla.
Lidero Safe Haven Holding, una firma de inversión en activos reales — especialmente en bienes raíces — con impacto medible.
Y también fundé la iniciativa Contracts with Angels, que apoya proyectos con energía humana, propósito y acción concreta.

Pero nada de eso tendría sentido si no estuviera alineado con lo que vine a construir:
negocios con alma, movimientos con dirección, estructuras con conciencia.

Y por eso hoy te quiero dejar algo más que palabras.
Quiero dejarte una herramienta. Simple. Real. Transformadora.

EL CONTRATO DE LOGRO

Haz esto por 21 días. Y obsérvate cambiar.

Cada mañana, antes de salir a la calle, haz solo esto:
1. Escribe una frase que empiece con: “Hoy tengo éxito cuando…”
Ejemplos reales:
• “Hoy tengo éxito cuando termino lo que empiezo.”
• “Hoy tengo éxito cuando llamo a quien me cuesta.”
• “Hoy tengo éxito cuando no negocio con mis excusas.”
2. Elige una acción pequeña que lo demuestre. Hazla antes del final del día.
Puede ser mandar ese correo. Tener esa conversación. Terminar esa propuesta.
Pero que sea clara, medible y tuya.
3. En la noche, vuelve a tu frase. Y escríbelo: ¿lo logré o me dejé ganar?
Sé honesto. Nadie más lo va a leer. Pero tú sí vas a saber.

Haz esto por 21 días seguidos.
No para volverte más “productivo”. Sino para recuperar lo más valioso que perdiste en la velocidad: la capacidad de comprometerte contigo.

Una acción por día no parece mucho.
Pero una acción diaria con intención construye una identidad.
Y una identidad fuerte alcanza cualquier meta.

No hace falta tener todo resuelto. Hace falta tenerte claro.

Las personas no fracasan porque no sepan. Fracasan porque se olvidan.
De lo que los movía. De lo que los hacía sentir vivos.
De lo que eran capaces de lograr si dejaban de mentirse.

Por eso este artículo no es una lección. Es un reflejo.
Un recordatorio de que lo más potente que puedes construir no es un negocio, ni una marca, ni una fortuna.
Es una versión de ti que no se abandona.

Tú decides si esta es solo otra lectura más.
O si es el día en que te pusiste serio contigo.

Y si vas a recordar algo de todo esto, que sea esto:

“El éxito no llega cuando haces más. Llega cuando dejas de abandonarte.”

Ese es el verdadero contrato.
Y la única firma que vale es la tuya.

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